Nota: A solicitud del concurso, esta entrada ha sido escrita primeramente en idioma inglés.

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Difuso

Una historia distópica

CC-BY-SA Carlos Solís. Derechos mayoritariamente invertidos. Se puede solicitar una licencia más liberal.

Esta obra tomó parte del Future of Copyright Contest.


Vera Ruthenford no es una ciudadana ordinaria.

Ella es capaz de ver personas donde otros ven borroso.

Ella es capaz de oír ruido donde otros oyen silencio.

Ella es capaz de percibir la verdad. Read the rest of this entry »

Nota: A solicitud del concurso, esta entrada ha sido escrita primeramente en idioma inglés.

La versión en español está disponible aquí.


BLURRED

A utopian story

CC-BY-SA Carlos Solís. Most rights reversed. More liberal licensing may be available on request.

This work takes part in the Future of Copyright Contest.


Vera Ruthenford is not an ordinary citizen.

She is able to see people where others see blurs.

She is able to hear noise where others hear silence.

She is able to perceive the truth. Read the rest of this entry »

¡Cuántas formas han inventado las empresas de creaciones intelectuales para restringir a sus clientes! Software, películas, libros, música, todos sin excepción no han dudado en su momento en complicarle la vida a sus clientes para defender sus ganancias. Aparte de la obvia prohibición de sacarle copias a un libro/álbum/película/etcétera, aquí va un listado de las restricciones más incómodas que se les han ocurrido (y conste, que nos limitamos al copyright y ni siquiera hablamos de los pleitos por patentes y marcas registradas):

  • EULA/CLUF: La base legal de los demás, en cierta forma. «Al abrir este sobre/comprar este libro/pulsar el botón de aceptar, Ud. indica la aceptación de los términos de esta licencia», la cual puede incluir todo tipo de restricciones, incluso más allá de las legales.
  • Compra de licencia: Alias «Este programa es licenciado, no vendido» o «El porte pagado por este álbum/libro/filme no autoriza al cliente a» …una larga lista de cosas, incluyendo su reproducción o presentación en público. El dinero del cliente le compra el derecho a reproducir la obra a solas y poco más.
  • DRM: Quizá el caso más famoso de todos. En buena teoría, son las siglas en inglés de «Manejo de Derechos Digitales», aunque más bien son los derechos del vendedor; para el cliente es más bien un Gestor de Restricciones Digitales. Obligar al usuario a reproducir el archivo por el que pagó a través un programa específicamente diseñado para impidirle copiar el archivo a otra parte, y en el peor de los casos hacerlo pagar de nuevo si el archivo es borrado (incluso por la propia compañía), armó un pleito bastante predecible, tras el cual DRM se retiró en algunas tiendas digitales de música. Sin embargo, aún así sigue siendo de uso corriente.
  • DLC en disco: Parecido al DRM, pero en videojuegos. El «contenido adicional» del juego (modos de juego, escenarios, o peor aún, el verdadero final del juego) ya está programado y en el disco, pero hay que pagar para desbloquearlo. ¡Ah!, y la compra es intransferible como buen DRM que es.
  • Restricciones geográficas: No sólo por capricho del autor, o por no hallar un mercado rentable en una región, puede volverse literalmente ilegal ver o importar una serie mientras se resida en un país dado. Puede que, además de eso, un programa de DRM se encargue de cumplir con dicha restricción, como el caso de las zonas de los DVDs.
  • Restricción de préstamo: Incluso antes del DRM, que explícitamente impide prestar obras, varios libros tenían una cláusula (cortesía del EULA/CLUF implícitamente aceptado al comprar el libro) que obligaba al cliente a nunca prestar o ceder el libro a otra persona.
  • Canon de copia: Hay países donde la copia privada se tolera, pero ocasionalmente se exige una compensación monetaria por ello. El problema es que, en buena parte de los casos, dicho canon se aplica a, literalmente, todo artefacto capaz de copiar, desde impresoras hasta tarjetas de memoria, e indistintamente de si se usan para copiar obras con copyright o no.

Estas restricciones, junto con la extensión retroactiva del derecho de autor, se nos imponen unilateralmente. Las compañías que se benefician de ello usan su influencia para pedir más restricciones, que aumentan su control, y así se meten en una suerte de círculo vicioso. ¿Lo peor? Su siguiente petición implica violar derechos fundamentales: básicamente consiste en vigilar permanentemente a cada usuario de la red para que no comparta del todo. Tendrán sus buenas razones para haber hecho todas las anteriores, pero ahora que están a punto de quitarnos el derecho a la privacidad, ¿no creen que ya llegaron suficientemente lejos?

A todo artista o grupo de mediana fama le han de haber enseñado sobre el método usual de distribución, es decir, mediante un gestor. En ese sistema hay seis o siete partes:

  • El autor o grupo.
  • La producción, que se encarga de crear la obra; puede ser un estudio de grabación, de cine, de animación, postproducción, etcétera.
  • El gestor, quien, nominalmente, se encarga de gestionar a las demás partes para que la obra llegue a su destino.
  • El distribuidor, que como el nombre indica, distribuye la obra, sea grabándola en formato físico, o poniendo los servidores de descarga digital.
  • La tienda, digital o física.
  • El cliente.
  • Dependiendo del mercado, el localizador, que traduce la obra y ocasionalmente la adapta para el mercado de destino. Curiosamente la música casi nunca es traducida.

Pues bien, hay un pequeño gran problema, y es que el gestor suele recortar gastos para aumentar sus ganancias:

  • Obliga a los artistas a firmar contratos donde ceden sus derechos, suele pagarles poco o nada, e irrespeta la visión artística de los autores en forma rutinaria.
  • Rebaja el presupuesto de producción, sabiendo que puede compensar la mala calidad con publicidad agresiva.
  • Sólo autoriza distribuidores que acepten sus términos, sólo por tiempo limitado, y a veces sólo si garantizan ganancias mínimas; si no hay distribuidores en una región poco rentable, mal por ellos.
  • Exige a las tiendas medidas drásticas para evitar «filtraciones de contenido».
  • Recorta presupuestos de traducción por las mismas razones por las que recorta presupuestos de producción.
  • Y, para terminar, limita al cliente con todo tipo de restricciones de reproducción, redistribución y derivación.

En fin, el gestor es sobrecontrolador, y sólo ha sido tolerado porque, históricamente, es el único camino a la fama. Pero resulta que han surgido nuevos medios independientes de distribución, tales que el artista puede gestionar varios pasos por su cuenta, por lo que el gestor histórico sale sobrando.

  • Puede volverse su propio productor y asegurarse de mantener su visión artística.
  • Puede usar servicios gratuitos de distribución y publicidad, que no restrinjan geográficamente la obra.
  • Puede montar su propia tienda digital, o gestionar su venta en otras tiendas, digitales o físicas, que no estén bajo control exclusivo de gestores.
  • Puede encargar a aficionados la traducción de la obra, como lo hacen hoy día de forma para-legal.
  • Y, lo más importante, puede tener una relación profunda, no con los clientes, sino con los aficionados.

Los gestores prometen fama y fortuna, y rara vez cumplen sus promesas. Ahora que por fin es viable, es hora de que el arte empiece a autogestionarse.

El dominio público. Dícese del conjunto de obras que, por su antigüedad, han pasado a estar libres de derechos de autor. En un principio, toda obra estaba en el dominio público, pero se inventó un sistema que, en buena teoría, fue creado para apoyar las ciencias y las artes. Se le otorgaba al autor el derecho a usar en forma exclusiva su obra, y cuando el autor recuperaba los costos invertidos en la creación y distribución de la misma, esta volvía a ser utilizable libremente por todas las personas. Sin embargo, los monopolios intelectuales, como casi todo usufructo, ha terminado por extenderse más allá de lo necesario. Tanto, que ya el dominio público ha pasado de ser un incentivo para la sociedad a un verdadero campo de minas, casi tan intocable como las obras aún bajo derecho de autor.

En tiempos pretéritos, las obras pasaban al dominio público tras 14 años de su publicación. Luego se dio la opción de extenderlo otros 14 años. Luego, otros 28. Luego se extendió hasta volverse literalmente más largo que la vida: por iniciativa de la familia de varios autores, el derecho se extendió hasta 50 años después de la muerte del autor, para ayudar al mantenimiento de la descendencia y pareja sentimental de los autores. Hoy día lo usual es un plazo de 70 años tras la muerte. En varios países, puede llegar hasta 100 años tras el fallecimiento.

Y ahí empieza el rompecabezas. Primeramente, lo que es del dominio público en un país puede no estarlo en otro. Los Estados Unidos, por ejemplo, tienen una bizarra y compleja maraña de extensiones al derecho de autor, que casi precisan de un abogado y un historiador para determinar si una obra es libre de derechos o no. Su vecino del sur, México, tiene el dudoso honor de tener el plazo de derechos más largo del mundo, antes mencionado, de la vida más cien años. Dado que, a la fecha, la persona más longeva tiene 122 años de edad, ¡las únicas obras garantizadas de estar mundialmente en el dominio público datan, cuando mucho, de 1789! Y eso no es todo: la monarquía británica puede otorgar un derecho perpetuo sobre ciertas obras, sean originales (como Peter Pan) o traducidas (la versión jacobina de la Biblia cristiana, por ejemplo). ¡Aunque en el resto del mundo ya esté en el dominio público, la Biblia inglesa por excelencia jamás lo estará en el Reino Unido!

El otro gran problema es que lo que era de dominio público en un país este año, puede no serlo el año siguiente. Las extensiones retroactivas del plazo de derecho de autor aún suceden en los Estados Unidos y Europa, y han afectado el estado legal de múltiples obras en dichas jurisdicciones.

Ya que el dominio público se ha convertido en inconfiable, sólo queda aprovechar el sistema de derechos de autor y utilizarlo a la inversa. Las licencias libres, que explícitamente permiten el uso, distribución y derivación de obras, tienen la ventaja de ser defendibles judicialmente, al ser del mismo tipo que las demás licencias de uso, y además ni expiran ni pueden ser retiradas unilateralmente, lo que le da confianza al usuario.

Así es como, en vez de promover el libre acceso a la cultura y el conocimiento, el monopolio intelectual terminó restringiéndolo, de tal manera que la única forma viable de aprovechar legalmente obras ajenas es si tienen licencia libre; es decir, si utilizan el sistema explícitamente en su contra. ¡Vaya ayuda!

English speakers: a translation over here (temporarily at Diaspora while I create a parallel English blog)

Espero que ya se hayan enterado de la iniciativa del Marzo Negro. Para los que no, recapitularé rápidamente: el grupo semi-clandestino Anonymous planea boicotear el próximo marzo a las llamadas «industrias de contenido», es decir, a los creadores y proveedores de entretenimiento, sea música, cine, libros, etcétera. Sin embargo, las diversas facciones del grupo y sus aliados se han dividido en dos niveles de boicoteo: uno, el boicoteo meramente económico, y el otro, un boicoteo más ideológico.

Nivel 1: boicoteo económico

  • No comprar discos, libros, películas, programas, juegos, entradas a conciertos, partidos o eventos, etcétera
  • De ser posible, desuscribirse al menos temporalmente de los servicios pagos de entretenimiento (periódico, cable, streaming, etc.)

Este nivel es el que originalmente propuso Anonymous. Desafortunadamente, quedarse en ese nivel tendría un impacto casi nulo: la gente que apoya a los sitios de descargas (como Megaupload) y los servicios de torrent, ya no realiza ninguna de las acciones anteriormente dichas. Es por eso que varias voces han propuesto el segundo nivel.

Nivel 2: boicoteo ideológico

  • Abstenerse de descargar, reproducir o utilizar discos, libros, películas, juegos, programas, etcétera, sea en forma legal o ilegal
  • Abstenerse de visitar sitios de streaming gratuito (ej. YouTube, GrooveShark, etcétera)
  • No asistir a eventos gratuitos
  • Abstenerse de acceder a sitios cuyo contenido tenga derechos de autor (incluyendo periódicos y sitios de opinión)
  • De ser posible, guardar receptores como el televisor y la radio
  • De ser posible, sustituir todos los programas con copyright por alternativas libres (incluyendo especialmente el sistema operativo)

Este nivel es un mundo de diferencia con respecto al anterior. Más que nada porque, en apariencia, implica privarse de todo tipo de entretenimiento durante un mes completo. Nadie espera que una mayoría realice semejante sacrificio… porque no es necesario.

¿Ha oído alguien acerca de la cultura copyleft? Originalmente se aplicó a programas, gracias a los cuales surgieron sistemas operativos como el GNU OS y/o el Linux, pero luego se extendió a todo tipo de aplicaciones y por último a la cultura. Por ejemplo, varios de los artistas que publican sus obras bajo licencia Creative Commons (aunque de paso advierto que no todos por ciertas razones). Hay buena y mucha música, buen cine (aunque no tanto, de momento), y buenos libros bajo licencia libre en este momento.

Bien, ahora al punto. He estado recopilando personalmente una larga lista de música, cine y libros, todos libres para ser redistribuidos y readaptados sin más restricción que mantener esas libertades. Si pudiera contactarme con algún alto mando de Anonymous, o por lo menos con los administradores de sitios de torrents y descargas, para que por ese mes cambiaran sus enlaces por pura cultura libre cuidadosamente recopilada, entonces causaríamos un movimiento jamás antes visto.

Un mes completo donde los internautas descubrirán que no toda obra tiene restricciones. Un mes donde la cultura libre será fortalecida. Un mes donde, quién quita, la gente se anime a liberar sus propias obras.

Un mes donde el impacto que esperaba Anonymous del Marzo Negro pasará de menguarle pobremente los recursos a los tercos titanes del entretenimiento, que sueñan con un mundo en que las ideas estén en un archipiélago de mil pilares alejados, a quitarle la venda de los ojos a miles, millones de internautas que descubrirán un nuevo modo de ser, tener, y hacer cultura, un sistema más democrático, más razonable.

Y eso es un mundo de diferencia.

Tengo un plan sencillo, pero bien poderoso, para poner las redes sociales libres autohospedadas (y demás aplicaciones libres online) en el mapa, como se merecen. ¿Alguien ha visto que, cuando a uno le ponen internet de banda ancha en la casa, le ponen un router? ¿Han oído hablar de estos miniservidores de menos de $100, que se pegan al tomacorriente y permiten montarles aplicaciones web? ¿Y qué me dicen de las nuevas redes sociales libres y federadas, que permiten conectar instancias de diferentes servidores? Pues bien, si alguna empresa de internet tiene la vivacidad de ponerse a innovar, acá le paso un volado recontrainnovador: un paquete que incluya la conexión a internet, un miniservidor con router integrado, y una dirección personalizada DNS que el usuario utilizará para conectarse remotamente a su miniservidor. Obviamente, el servidor vendrá precargado con algunas aplicaciones libres:

  • Blog de WordPress
  • Red social vía Status.Net, Diaspora o Friendika Friendica (si se ponen de acuerdo, entonces adiós Facebook y adiós Twitter)
  • Correo con interfaz web RoundCube (adiós webmail)
  • Lector de feeds NewsBlur o Brief (adiós Reader)
  • Un servidor de mensajería XMPP (adiós Messenger)
  • Firefox Sync para los marcadores
  • SyncAny para archivos (adiós Dropbox… si sacan versión para Windows)
  • EtherPad para redactar textos en forma colaborativa (¿adiós Docs? Con un poco de esfuerzo, talvez)
  • Quizá un MediaWiki para, bueno, una wiki personal
  • MediaGoblin para galerías de arte en línea (si progresa más, entonces adiós DeviantArt, adiós YouTube, adiós Picasa y adiós Flickr)
  • Apertium para traducir (adiós Translator… bueno, dependiendo del idioma)
  • YaCy y/o Seeks para indizar la red y hacer búsquedas (con suficiente poder de búsqueda, ¡adiós Google!)
  • Y para rematar, Tor para navegar seguro

Como se puede ver, hay muchísimos usos que un miniservidor puede darle a una persona. Tantos, que si todo mundo usara el servidor con la lista de software arriba citada, bien se puede dejar de depender de cualquier empresa para la navegación diaria. Y una empresa puede brindar ese avance con algo de iniciativa. De hecho me da la idea de pedir un DNS y comprarme yo un miniservidor para montarme todo eso…

Voy a proponer una metáfora. Había una vez un vegano que se unió a un club vegetariano, porque era lo más parecido a un club vegano que podía encontrar. Empezó a notar que los vegetarianos apoyaban y permitían algunas cosas que no haría, por contradecir su filosofía vegana. Por ejemplo, ocasionalmente pasaban recetas con huevo, productos lácteos y miel, y nada decían sobre el uso de pieles, cuero, marfil, seda o lana.

Pero era porque los vegetarianos eran pragmáticos; saben bien que una dieta vegana es difícil de mantener sin grandes sacrificios, y un estilo de vida vegano, pues mucho más. El vegano de nuestra metáfora, por otra parte, era un ético: sus mentores morales dejaban claro que el respeto a la vida era mucho más importante que la propia comodidad, y con dicho tesón lo practicaba en su vida diaria. Y como es lógico, así lo predicaba a sus compañeros vegetarianos. Muchas veces los exhortó a no hacerse de la vista gorda con los derivados animales, a sacrificarse y dar el ejemplo a la sociedad; los vegetarianos le dijeron que semejante estilo de vida era impracticable para ellos, y esperar que hicieran lo mismo era propio de un fundamentalista. El vegano, decepcionado de no poder convertir a los vegetarianos a su estilo de vida, decidió abandonar el club y seguir predicando su estilo de vida en solitario.

Pues bien, algo parecido sucedió hoy. El vegano de mi metáfora es un fiel seguidor de la ideología tecnológica del libertario Richard Stallman, y los vegetarianos son la Red Costarricense de Software Libre y la Comunidad de Software Libre de la Universidad de Costa Rica. El motivo de la discordia fue que estos grupos recomiendan distribuciones que permiten instalar partes no libres, cosa que es anatema para la Free Software Foundation, presidida por Stallman. Mientras que la FSF insiste que la libertad de elección no es libertad al permitir privarse de la misma, la Open Source Initiative, una iniciativa que apoya el software libre (pero no exige su exclusividad), aboga que, al contrario, privarse voluntariamente de tecnologías disponibles para su uso gratuito es privarse de libertad.

Hasta luego, estimado defensor de la libertad. Espero que te vaya bien en solitario, y espero que no te enemistes con nosotros más de lo que ya estás. De hecho, deseo poder llegar a ser como tú; anhelo vehementemente el día en que podamos saltar a la libertad que defiendes tan tenazmente, pero el momento para dar ese salto no nos ha llegado aún. Por favor, sigue velando para que ese día nos llegue pronto.

Algo que he notado es que, en muchas radios nacionales, el stream online depende de las versiones no libres de Flash y Silverlight, lo que las hace imposibles de escuchar con distribuciones puramente libres como Trisquel. Sin embargo se pueden escuchar por radio analógica, ¿cierto? Eso me da una idea. ¿Qué tal si montamos un sitio que convierta esas ondas radiofónicas en un stream compatible con tecnologías libres? Es cosa de tomar un radio barato, sintonizarlo a X emisora, y pegarlo a una tarjeta de audio para luego convertirlo a un stream en formato Vorbis y transmitir. Lo que hay que tomar en cuenta es, entre otras cosas:

  • La calidad de la señal de radio analógica, y cómo ubicar los receptores para maximizar dicha señal
  • La máxima cantidad de receptores que pueden pegarse a una tarjeta de audio, así como la máxima cantidad de tarjetas de audio que pueden pegarse a una computadora, y cuántas pueden ser manejadas en forma efectiva por la misma
  • El costo del hardware requerido
  • Qué tan legal es retransmitir señales públicas de radio vía la red de redes

Para este proyecto, lo más recomendado es que se lo encomendemos a la Universidad de Costa Rica, que actualmente está migrando a una plataforma de software libre y puede poner servidores a disposición del proyecto. ¿Qué opinan al respecto?

(Advertencia: Este artículo no es real, simplemente se limita a divagar sobre qué sucedería en un futuro medianamente cercano)

La Free Software Foundation anunció esta semana el lanzamiento de una nueva versión de su sistema operativo libre, denominada gNewSense Purity. El sistema, basado en el núcleo Linux-Libre, está compuesto exclusivamente por software libre, al igual que su proyecto originario, pero lleva el cuidado de la libertad de los usuarios un paso más allá.

gNewSense GNU/Linux fue un importante paso en la defensa de la libertad de software, pero poco o nada hacía por defender otras libertades. Por ejemplo, la versión por defecto de gNewSense incluye decodificadores que, aunque libres, implementan algoritmos patentados. Y ni qué decir de las obras con derechos de autor”, comentó Ignacio Leiva, uno de los desarrolladores. “Así que nos dimos a la tarea de crear una versión que respetara también esas libertades.”

Además de los cambios que realizan las distribuciones avaladas por la FSF (que, entre otras cosas, le quitan soporte a ciertas marcas de hardware y sitios web, que dependen de tecnologías no libres), gNewSense Purity implementa aun más cambios. El soporte para formatos patentados, como Flash, MP3, .NET, Microsoft Office y Photoshop, ha sido totalmente removido. Varios programas (como LibreOffice) han sido recompilados, mientras que otros (como Wine, Gnash, y OpenJDK) han sido removidos de los repositorios.

Sin embargo, el cambio más controversial ha sido el cortafuegos FreedomField. Este programa, basado en Tor y Yay-C (una versión en C del buscador distribuido YaCy), bloquea por defecto el acceso a la Internet abierta, filtrándolo de tal forma que sólo se muestre contenido considerado como cultura libre. “Varios sitios son automáticamente redirigidos a sus alternativas libres”, explica Leiva. “Last.FM, por ejemplo, es reemplazado con Libre.FM Plus, que garantiza que la discografía completa de todos sus artistas tiene licencia libre. Wikipedia es filtrada para eliminar las imágenes no libres, y el logo es reemplazado para evitar la marca registrada de Wikimedia. Estamos casi listos con reemplazos para Facebook, YouTube, Twitter y los diversos servicios de correo y mensajería, estos últimos mediante un servidor que configure el propio usuario como es el caso de la FreedomBox”, añadió. El programa incluso ofrece la posibilidad de bajar el nivel de bloqueo, para acceder a páginas como la de la propia FSF, cuya restricción para modificar sus ensayos sobre la ética del software libre la expulsa, paradójicamente, de su propio sistema operativo.

gNewSense Purity está ya disponible, pero de momento es compatible solamente con computadoras Lemote Yeelong. “Un sistema operativo realmente libre requiere hardware libre”, indica Leiva. “Agregaremos soporte para otras máquinas libres en cuanto salgan al mercado”, comentó.

Entre los planes futuros para Purity se encuentra un programa que detecte automáticamente todos los archivos no libres del sistema del usuario, ya sea por su formato o su licencia, y le solicite convertirlos de formato o eliminarlos según el caso.